El azafrá.

El azafrán, Crocus sativus, es una planta muy conocida como producto de gran calidad en la alta gastronomía, así mismo se le conocen diversos beneficios como planta medicinal. Se trata de una planta bulbosa de altura baja.

Además de ser un condimento exquisito, tiene una tradición milenaria en la medicina ayurvérica como tónico-relajante mental.

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Estudios científicos han demostrado que puede ser igual de eficaz que algunos medicamentos habituales, pero sin sus efectos adversos (dosis recomendada), para el tratamiento  de la depresión leve y moderada, gracias a su contenido en safranal.

Otro de sus componentes, la crocina, es un antioxidante más potente que la vitamina E, con efecto protector sobre las neuronas.

Ayuda al proceso digestivo  y también previene las piedras en la vesícula biliar.

El extracto de azafrán, que contiene cocina y crocetina, ha demostrado mejorar la memoria y habilidades cognitivas o de aprendizaje en numerosos estudios cientícos.

Los complementos a base de azafrán pueden mejorar el estado de ánimo y regular los cambios de humor, un efecto de gran utilidad para controlar los picoteos entre horas o pequeños desequilibrios asociados a la tensión premenstrual.

Tener en cuenta que aunque sea natural, su dosis superior a 1,5 g -2 g día puede tener algunos efectos no deseados, siempre con precaución.

El problema no son las gasas saturadas, sino las grasas hidrogenadas.

Las grasas saturadas a las que me refiero son; procedente de animales de campo, yemas de huevo, aceite de coco, granos de cacao, etc., estas grasas permanecen en estado sólido a temperatura ambiente, pasando al estado líquido si se las calienta.

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Los seres humanos han estado consumiendo las grasas saturadas de origen animal, aceites tropicales durante miles de años. Es el advenimiento del aceite vegetal procesado moderno y no el consumo de grasas saturadas, el factor determinante asociado con la aparición de epidemias de enfermedades degenerativas modernas.

Según la creencia tradicional generalizada, esas grasas son culpables de la mayor parte de nuestras enfermedades modernas, como las cardiovasculares, cáncer, obesidad, diabetes, mal funcionamiento de las membranas celulares, e incluso trastornos nerviosos como la esclerosis múltiple.

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Sin embargo, muchos estudios científicos descubrieron que los aceites vegetales líquidos procesados por el método de hidrogenación para cambiarlos al estado sólido,  generan durante el proceso radicales libres llamados grasas-trans, responsables de la proliferación de las hoy denominadas enfermedades modernas.

¿Dónde se encuentran las grasas-trans?

A veces en la etiquetas no siempre viene identificado que alimentos se encuentran estas grasas hidrogenadas. Por ejemplo estos alimentos normalmente contienen grasas hidrogenadas:

Bollería industrial (magdalenas, donut, bollos…), alimentos procesados (lasañas, empanadillas, concretas…), algunas galletas, margarinas…

Ahora hablaremos de los beneficios que tiene la grasa saturada que comentábamos más arriba.

Las grasas saturadas fortalecen el sistema inmunológico y están involucradas en la comunicación intercelular, lo cual significa que nos protegen. También  ayudan a las membranas de nuestras células a funcionar correctamente, incluyendo la insulina, protegiéndonos así contra la diabetes.

Las grasas saturadas son necesarias para un funcionamiento correcto del sistema nervioso. De hecho más de la mitad de la grasa del cerebro es saturada.

Las grasas saturadas también están involucradas en la función del riñón y producción de hormonas. (está ultima imprescindible para los deportistas)

Las grasas saturadas juegan un papel muy importante en los procesos metabólicos del cuerpo humano.

Mí consejo: Introducir cantidades moderadas de aceite de coco, grasa de origen animal, etc. Qué predominen las grasas Insaturadas, que son las monoinsaturadas (omega 9) y grasas poliinsaturadas (omega 3 y omega 6).