El azúcar perjudica el sistema inmunológico.
El azúcar abarca una gran variedad de endulzantes que se pueden dividir en monosacáridos (como la glucosa, la fructosa y la galactosa) y endulzantes complejos (como la sucralosa, lactosa, maltosa, etc.). El azúcar que solemos usar es la sucralosa y es un carbohidrato que se encuentra de forma natural en diversas plantas, principalmente en la caña de azúcar. La sucralosa está compuesta por dos tipos de endulzantes simples: fructosa y glucosa.
Un abuso de azúcar está unido al debilitamiento de las defensas que luchan contra las enfermedades infecciosas, provocando que el sistema inmune pierda un 40% de su capacidad para reducir los patógenos infecciosos.
El azúcar desmineraliza al organismo provocando un desgaste en las capacidades del sistema inmune. Para metabolizar el azúcar refinado, el cuerpo extrae de otros tejidos y órganos, minerales y vitaminas con lo que se provoca un daño a largo plazo. Para combatir los virus y bacterias, los glóbulos blancos necesitan de vitamina C para luchar contra los agentes infecciosos, pero el exceso de azúcar erosiona la vitamina C de nuestro cuerpo.
Consumir 100 gramos (8 cucharadas, equivalente a dos latas de refresco) de azúcar, reduce la capacidad de los glóbulos blancos para eliminar gérmenes hasta en un 40%. Este efecto comienza unos 30 minutos después de su ingesta y puede durar hasta 5 horas.
Respecto al consumo de hidratos de carbono complejos, no tiene ningún efecto sobre el sistema inmune. Además, el azúcar es en realidad un “anti nutrientes” ya que roba nutrientes de nuestro cuerpo, en efecto, debido a que ciertos nutrientes se eliminan del azúcar durante el proceso de refinado, nuestro cuerpo no puede procesarla, por lo tanto, necesita minerales del cuerpo para unirse a las moléculas del azúcar refinado con el fin de que nuestro organismo pueda procesar dicha azúcar.