Historía del uso de la Cafeína
La cafeína, también denominada teína, guaranina o mateína, es un constituyente natural presente en más de 60 especies de plantas. Se encuentra en la dieta diaria contenida en bebidas como el café o el té, el chocolate y algunos refrescos. Se podría considerar la sustancia estimulante de mayor consumo y la más socialmente aceptada a nivel undial.
La cafeína ha sido consumida durante siglos a pesar de los intentos repetidos de prohibir su uso por motivos morales, económicos, médicos o políticos.
El descubrimiento del café tuvo lugar en el siglo IX en Arabia. Se cultivó por primera vez en Etiopía, de la misma forma que el té en China y el cacao en América del Sur. En el siglo XV se desarrolló la técnica de tostar y moler los granos de café y el consumo de los productos con cafeína se expandió rápidamente por todo el mundo. Las especies conómicamente más importantes de café son la Coffea arabica (café arábigo) y la Coffea canephora (café robusta) que suponen el 80-90%, el 10-20% de la producción mundial respectivamente.
Propiedades físico-químicas. La cafeína es un polvo inodoro, incoloro y amargo. Friedrich Ferdinand Runge la aisló del café en 1819 y del té en 1827, pero su estructura química no se describió hasta 1875 por E. Fischer. La cafeína (1,3,7-trimetilxantina) y los otros alcaloides metilxantínicos, como la teobromina (3,7- dimetilxantina) y la teofilina (1,3-dimetilxantina), son derivados del grupo de las xantinas, que a su vez se derivan de las purinas. Se relacionan farmacológicamente con los psicoestimulantes.
El té es el segundo producto en contenido de cafeína. Es la hoja desecada del arbusto Camellia o Thea sinensis, bohea o viridis. Además, se encuentra en menor cantidad la teofilina (hoja divina, en griego). Básicamente, existen cuatro tipos de té: el verde (no fermentado), el té rojo (semifermentado), el té negro (fermentado) y el té blanco. La concentración oscila entre 20-73 mg /100 ml según el método de elaboración y el tiempo de extracción.
El cacao es la semilla desecada y fermentada de la Theobroma (alimento de los dioses, en griego) cacao (‘Ka’kaw, árbol del cacao en maya). En el cacao predomina la teobromina (2,5%) y en menor cantidad la cafeína (0,4%). El contenido de cafeína del chocolate oscila entre 5-20 mg/100g y depende del lugar de procedencia del cacao. El chocolate negro, amargo o semidulce posee mucha más cafeína que en el chocolate con leche. El chocolate contiene además anandamida que es un ligando endógeno de los receptores
cannabinoides.
Las plantas como la guaraná (pasta desecada de las semillas de Paullina cupana), el mate (hoja desecada de la hierba Ilex paraguayensis), la cola (semilla desecada de Cola nitida) y el yoco también contienen cafeína (2-4%).Los refrescos con cafeína, incluidos los etiquetados como diet o light, presentan entre 15-35 mg/180 ml de cafeína. Sólo un 5% de refrescos están libres de cafeína. Las bebidas energéticas presentan mayor contenido en cafeína que los refrescos. Por ejemplo el Red Bull® contiene 80 mg de cafeína en 250 ml. Algunos medicamentos también contienen cafeína, generalmente en combinación con otros principios activos, ya sean los que no requieren prescripción médica (OTC, over the counter) o los de prescripción.
Los contenidos oscilan habitualmente entre 15 y 200 mg, siendo mayor la dosis en los que no precisan receta. Existen medicamentos en los que el único principio activo es la cafeína a dosis elevadas (hasta 300 mg).
Epidemiología del consumo
El café representa el principal aporte de cafeína dentro de la dieta del adulto en países como los EEUU, Finlandia, Suecia, Dinamarca y Suiza. En España se estima que el 80% de la población adulta tiene un consumo medio de cafeína de entre 200-300 mg por persona y día (2-3 tazas de café). En niños menores de 18 años, la ingesta media es de 1 mg/kg/día y las principales fuentes de cafeína son los refrescos y el chocolate. Hace unos años, la Food and Drug Administration (FDA) de los EEUU limitó la cantidad de cafeína en las bebidas carbónicas a 0.2 mg/mL, por considerarla una sustancia con potencial adictivo
y ser una fuente importante de cafeína en todas las edades. Aún así, existen numerosos productos destinados a los niños (refrescos, helados, caramelos) que contienen cafeína sin ser especificada en la etiqueta. La FDA sólo obliga a indicar la cantidad de cafeína en el etiquetado del producto cuando se añade de forma intencionada.
En el 2003 se aprobó una nueva normativa europea,que amplia la directiva 2002/67/CE, en la que las bebidas, sobre todo las energéticas, con un contenido superior a 150 mg/L de cafeína deberán especificarlo en las etiquetas porque es una información necesaria para niños y embarazadas. Las bebidas energéticas están bajo control en algunos países. Así, en el 2004, en Francia, Dinamarca y Noruega sólo se podía adquirir Red Bull en las farmacias por su alto contenido en cafeína y los peligros que ello comporta. Se ha relacionado esta bebida con al menos cuatro fallecidos, un irlandés en el 2000 y tres suecos en el 2001. En dos de ellos se asoció al consumo de alcohol y en los otros dos con una actividad física intensa. La prohibición de su venta en Francia se justifica por las posibles interacciones entre los ingredientes (cafeína, taurina que es un aminoácido y glucurolactona, un carbohidrato), y el resultado de experimentos en ratones en los que tras ingerir taurina aparecieron, ansiedad, irritabilidad, sensibilidad al ruido y automutilaciones. Se cree que alto contenido en cafeína podría provocar una deshidratación en el consumidor que realiza un ejercicio físico intenso. En 2001 en Suecia se recomendó a sus consumidores no ingerir Red Bull con alcohol ni después de un ejercicio físico intenso. En cambio, el Reino Unido, donde Red Bull es líder de ventas, no ha realizado ninguna investigación ni está prevista una limitación en su venta por considerarlo seguro, a pesar que podría disminuir la presión arterial. En el 2006, se publicó un ensayo clínico en el se concluye que la ingesta de una bebida energética disminuye las sensaciones subjetivas de intoxicación alcohólica, pero no reduce los déficits motores y visuales causados por el alcohol.