Entradas

La importancia del estilo de vida y la grasa corporal.

Se puede afirmar que el tipo de alimentación puede influir de manera decisiva  en la acumulación de grasa corporal, al afectar a varios procesos metabólicos involucrados en el almacenamiento de triglicéridos.

La composición de la dieta tiene gran importancia en la regulación de la actividad de las enzimas lipogénicas. Las dietas ricas en hidratos de carbono estimulan la expresión de las principales enzimas involucradas en esta ruta metabólica. Este efecto está mediado por dos factores de transcripción, SREBP y la proteína de unión a elementos de respuesta regulados por hidratos de carbono (ChREBP, carbohydrate response element binding protein), que reconocen determinadas secuencias de nucleótidos en los genes que codifican parte del tejido adiposo, la elevación de las concentraciones de insulina que produce la ingesta de hidratos de carbono estimula la actividad  de la LPL y con ello la entrada de ácidos grasos procedentes de la lipoproteínas y la disponibilidad de glucosa por translocación del transportador GLUT-4. Lo que se traduce a una elevada disponibilidad de glicerol-fosfato. En definitiva, se favorece la acumulación de triglicéridos en dicho tejido. También  influyen en la lipogénesis, pero en sentido contrario, los ácidos grasos instaurados;  éstos disminuyen la expresión de los genes que codifican las enzimas lipogénicas.

La relación con los micronutrientes, estudios realizados en animales así como estudios epidemiológicos y de intervención en seres humanos han puesto de manifiesto una relación inversa entre la ingesta de calcio y la adiposidad. Esto se debe a que una ingesta elevada de calcio favorece concentraciones intracelulares de calcio más bajas debido a una disminución de las concentraciones plasmáticas de vitamina D. Como consecuencia de ello se produce una disminución de la lipogénesis y un aumento de la lipólisis.

El perfil lipídico de la dieta influye de manera notoria en la composición en ácidos grasos de los fosfolípidos de la membrana plasmática de los adipocitos.

Además de la alimentación, otro de los aspectos importantes del estilo de vida de la población es la actividad física.

Diversos estudios llevados a cabo en seres humanos han puesto de manifiesto  que la práctica de ejercicios físico incrementa la capacidad lipolítica del tejido adiposo. Algunos estudios proponen  que el ejercicio físico incrementa la expresión LSH. Sin embargo, otros estudios se afirma que este efecto se debe a una reducción del número de receptores a2- adrenérgicos antilipolíticos y un aumento del número y/o de la afinidad de los receptores ß-adrenérgicos, que son los que estimulan la lipolisis, sin cambios en otros puntos de la cascada lipolítica.