Tres errores que no te permiten perder peso.
En muchas ocasiones nos encontramos con casos de personas que por más que entrenan y hacen todo tipo de dietas no consiguen perder peso, se quedan estancados e incluso, en algunos casos, pierden tejido muscular, disminuyendo el rendimiento y entrando en procesos de catabolismo.
Muchas de estas situaciones en las que no se consigue bajar de peso vienen causadas por un planteamiento erróneo en el entrenamiento. Analicemos estas posibles causas para que a partir de ahora puedas plantearte en un entrenamiento mucho más eficaz.
Demasiado trabajo aeróbico.
En principio el ejercicio cardiovascular es el que más consumo cálorico produce y, en principio, mientras más ejercicio, mayor consumo y mayor pérdida de grasa. Esto es así hasta cierto punto. Existe una situación a partir de la cual nuestro organismo entra en situación de extrema demanda y se activa un mecanismo de defensa que protege la grasa. En estos casos se comienza a catabolizar la masa muscular, baja el ritmo metabólico y disminuye nuestro rendimiento. Se entra en una espiral de fracaso y, mientras más entrenamos, menos resultado obtendremos.
Si quieres mejorar más, no aumentes los aeróbicos solo, es mejor opción incluir un programa de fuerza. Está comprobado que los resultados son siempre más positivos al combinar fuerza con el trabajo cardiovascular.
Entrenamiento a baja intensidad.
Tradicionalmente se ha entendido que las intensidades bajas son ideales para quemar grasa. Esto es cierto en personas que se inician y que presentan una condición física muy baja, prácticamente porque esta es la única intensidad a la que pueden soportar las sesiones de entrenamiento. Lo cierto es que no hay un “margen quemagrasas”, piensa que las grasas es como el aceite en una sartén, a mayor temperatura, mayor aceite se quemará. En nuestro cuerpo, elevar la temperatura para conseguir quemar la grasa supone elevar la intensidad de trabajo, es decir, aumentar el margen de intensidad, utilizar cambios de ritmos, alcanzar mayor consumo de oxígeno, entrar incluso en fases en las que utilicemos las vías anaeróbicas.
Si siempre seleccionamos métodos continuos a baja intensidad, el organismo se adaptará y dejará de producir mejoras. Los métodos variables nos proporcionarán estímulos diferentes y así podremos continuar con nuevas adaptaciones, nos llevarán a una mejora del sistema cardiorrespiratorio y, consecuentemente, a una mayor capacidad de oxidar la grasa como suministro energético.
Entrenamiento demasiado analítico.
Si ya realizas un entrenamiento de fuerza y quieres perder peso, olvídate del clásico entrenamiento analítico y aislado por grupos musculares. Este método es muy válido para objetivos de fuerza y volumen, pero no es el ideal para combinarlo con el entrenamiento cardiovascular y para observar la una definición muscular.
Si eres principiante es mejor que comiences con una rutina en circuito de varios grupos musculares y al finalizar cardio. Si eres más avanzado puedes dividir tu rutina en uno o dos músculos dependiendo de la prioridad muscular que se busque, también al finalizar la rutina de pesas sería conveniente realizar el ejercicio aeróbico.